Víctor Castillo, es un pintor chileno que reside actualmente en Los Ángeles, California nació en Santiago en 1973, año del golpe militar en Chile, comenzó a dibujar obsesivamente a la edad de cinco años, inspirado por las animaciones que veía en la televisión, las películas de ciencia ficción, y las ilustraciones en el registro de su familia, tales como las portadas de discos como de Pink Floyd “The Wall“.

Los personajes de Víctor Castillo, en su mayoría niños, casi siempre tienen una nariz en forma de hot-dog y las órbitas vacías. En su obra, muchas veces hace referencia a la cultura contemporánea, a las andadas y a los vicios del ser humano, a la política y a la religión, o también a la creciente intrusión de los medios de comunicación en nuestra vida diaria. Como él mismo expresa, su trabajo es “una visión tragicómica del contexto contemporáneo, Es una visión a veces rabiosa acerca de un mundo corrompido e injusto”. Alegorista moral, Víctor Castillo habla de producción, consumo y digestión de imágenes violentas en los medios de comunicación, representando de manera ligeramente grotesca jugosas entrañas y personajes de dibujos animados torturados, con un estilo que evoca a Bosch y a Goya a la vez.

Su trabajo se caracteriza por su particular uso del color, atmósferas, sombras y extraños personajes, mitad ficción y mitad la inevitable realidad apocalíptica, que ya no creen en ningún dios y se saben cada vez más cerca del fin.

Le han dicho que su obra es oscura, cómica, tenebrosa, incluso racista. Lo cierto es que a nadie deja sin opinión. El imaginario de este artista chileno, que se ha hecho un espacio en el extranjero, es infinito, sin pelos en la lengua, tremendamente atractivo producto de la combustión pictórica proveniente de la ilustración y los arquetipos de la cultura pop norteamericana.